¡Qué alegría es ver una historia donde los afroamericanos no son simples personas unidimensionales resentidos por la esclavitud de sus antepasados y el racismo del presente! No estamos aquí para cubrir la realidad con un dedo, pero este maldito 2020 necesitaba una historia como esta donde el verdadero mensaje se encuentra justamente en eso: aprender a soltar lo que nos hizo daño una vez, ese miedo y rencor, para así valorarnos más.

Jingle Jangle es una extraña mezcla de historia navideña con musical (si tiene un par de pegajosas melodías) y aventura steampunk en la que desxubrimos la historia de Jeronicus Jangle (Forrest Whitaker) un fabuloso inventor de juguetes que fue traicionado por su aprendiz y la vida después fue solo un compendio de tragedias y frustraciones.

Cuando Jeronicus se encuentra a nada de perder su tienda, recibe la visita de Journey, su nieta, que le hará ver que la vida no es solo arrastrar lo malo del pasado.

Netflix ha estado destacando en últimos años con proyectos de ciencia ficción y navideños como The Christmas Chronicles (una de las mejores películas navideñas que he visto) o Klaus.

Este año se les une Jingle Jangle, aunque debo admitir que por momentos tiene tantas buenas ideas que no sabe afianzarlas. De pronto hay tres canciones seguidos y luego pasa casi media hora sin una canción, los primeros 15 minutos tenemos una narradora y de pronto desaparece y el juguete malo con voz de Ricky Martin parecía ser el villano a vencer, pero aparece tan poco que se vuelve irrelevante.

Whitaker entrega una gran y tierna actuación que se une a su encomendable filmografía y durante la película nos damos cuenta de que no se trata de la nieta, se trata de transmitir un poderoso mensaje sobre algo que nos hace volvernos en adultos: un gran golpe de la vida que siempre viene acompañado de otro y otro hasta que parece que todo es pésimo. Ese es el gran valor de esta historia que recomiendo a todos.

8/10

I’m Out!!!!!