Comienza una nueva etapa de esta serie pues diez años han transcurrido y la vida en King’s Landing es una pesadilla.

Rhaenyra, ahora interpretada por Emma D’arcy, está empujando literalmente a su nuevo hijo y la Reina Allicent (Olivia Cooke) se ha vuelto la madrastra malvada obligándola a verla inmediatamente después de parir e insultando al esposo de su ex amiga porque sabe que ningún hijo es suyo. El nivel de odio y toxicidad entre ellas es casi insoportable pero de la mejor manera para nosotros y las dos actrices se apoderan de sus personajes en segundos.

Todo es una farsa en ese castillo, las líneas están bien trazadas en la arena pero el pobre tonto Viserys sigue tratando de pretender que todo es «abrazos, no espadazos» mientras pierde partes de su cuerpo poco a poco. La siguiente generación tampoco es nada llamativa pues los hijos de Allicent son bullies despreocupados mientras que los de Rhaenyra son dulces, débiles pero nada tontos.

Mientras tanto en Davos, Daemon y su familia están viviendo la vida tranquila y él juega un juego consigo mismo para ver que tanto puede pretender que está agusto y feliz ahí, alejado de todos, sin ser parte de la política, cual Napoleón exiliado. Hasta que el nacimiento de su tercera hija nos recuerda que «el karma es una perra» y Daemon no puede más que ver como su esposa forza a su dragón a incinerarla cuando le dicen que tendrán que cortarla para rescatar al bebé.

Aunque un poco lento para ser el sexto capítulo, «La Princesa y la Reina» nos deja en claro que Daemon y Rhaenyra tienen vidas paralelas pero reacciones muy diferentes pues ella sabe que a veces hay que retirarse para evitar que tus enemigos sepan todas tus jugadas y por otra parte Allicent aprende que una cosa es el chisme y el coraje por un secreto a voces y otra muy diferente es ensuciarse las manos jugando el juego de tronos.

8/10

I’m Out!!!!