Ya me uní a ese grupo de personas que vieron Demon Slayer; uno de los animes que más está dando de que hablar, y la verdad es que tengo sentimientos encontrados. La historia es fantástica y todo el desarrollo de personajes es maravilloso pero hay algo que no termina de convencerme y no es la falta de acción o demás si no es la manera de contar esta historia.
Demon Slayer nos presenta a Tanjiro; un joven que ve morir a su familia en las manos de un demonio y a su hermana es convertida en uno, lo que lo lleva a volverse un cazador de demonios con el afán de encontrar una cura. La historia comienza con todo, desde el primer episodio te enganchan con un giro brutal, vamos al entrenamiento y los primeros demonios son impresionantes, jamás he visto personajes tan interesante como todas la familia de arañas, que te dejan la boca abierta pues parecen salidos del peor cuento de terror del mundo. Aquí la serie brilla a pesar de tener dos personajes secundarios bastante torpes cuya función es hacerte reír, pero inclusive ellos tiene momentos brillantes donde lucen por si solos.
Por un poco más de media temporada tenemos gran historia; con nuestro héroe encontrado posibles soluciones, entendiendo más a los villanos pero sobre todo unas escenas de acción que te dejarán con la boca abierta. Cada enfrentamiento dura un par de capítulos y todo el tiempo te tiene al borde del asiento. Entonces porque de la nada todo eso, queda olvidado y la serie se convierte en un compendio de comedia.
Los últimos episodios son chistosos, pero son un vil filler y fuera de risas no aportan mucho a nuestros personajes, creo que cualquier anime de más de 20 capítulos tiene este tipo de momentos pero aquí son demasiados y todos atascados al final por lo que no estas interesado en ver la segunda temporada y te deja un sabor de boca sumamente amargo. Veremos la película y esperaremos la segunda temporada pacientemente para ver si hay algún cambio radical.
9/10