Han pasado 6 años desde que El Hobbit llegó a la pantalla grande después de un sinfin de predicamentos y una recepción no tan magnífica como la de su predecesor y es que como dije en la primera parte, Jackson tuvo que hacer que un cuento infantil que no abarca más allá de tres horas, durara nueve.
Habiendo otorgado el mando al mexicano Guillermo del Toro, Jackson se dedicó a descansar y a enfocarse en otros proyectos, también como muchas personas con sobrepeso, cometió el error de hacerse un bypass gástrico que, si bien lo dejó más flaco, en poco tiempo le cobraría casi con su vida.
El Hobbit como película tiene grandes cosas, las escenas de acción son fantásticas, aquí cuando prometer una batalla de cinco ejércitos en el título ¡Te entregan exactamente eso! No como ciera «Era de Ultrón» que duró cinco días ni Guerra Civíl que en realidad fue entre 8 personas. Pero también tiene muchas cosas que por más que querrámos ser fieles al adaptarla, deberían haberse arriesgado a cambiarlas, que le pese a los puritanos.
La trilogía se siente como un platillo al que le faltó cocción, pero no me crean un desertor, si esto es lo que Peter Jackson entrega con poco tiempo de planeación y una producción atropellada, hay cientos de directores que no podrían haber logrado ni la mitad de lo que se ve en pantalla.
Ahora que he vuelto a verlas como el principio de la historia de la Tierra Media, me encuentro de nuevo sumergido en esta mitología porque a pesar de sentirse apresurada, la creación del mundo que tanto nos encantó en El Señor de los Anillos, continúa ahí con cada raza teniendo su propia bien definida cultura. Tras tener a un solo enano en la aventura de Frodo, aquí se expande la historia y cultura de esa raza y ayudan a que Gimli sea un personaje más detallado, lo mismo ocurre con Bilbo, Gandalf y Legolas.
Si, tenemos que hablar de Legolas quien no aparece en el libro original y fue metido aquí para dar más acción a la trilogía y un personaje reconocible para los fans. Este elfo es completamente diferente al alegre asesino que vemos en LOTR, aquí es un ser lleno de odio y resentimiento, luchando por la aprobación de su padre y el amor de su amiga Tauriel, que es uno de los mejores personajes nuevos de esta historia pues a pesar de su gran esfuerzo, la historia de amor entre Arwen y Aragorn es lo menos relevante en LOTR y aquí es bueno ver que existe una chispa entre dos razas que se odian y parece un amor Shakespeariano.
Si me preguntaran que editaría de esta trilogía, definitivamente sería la batalla entre los gigantes de piedra, siempre se me hizo estúpida; también quitarías las cinco canciones de la primera película porque no vienen al caso pero sin dudarlo, lo primero que eliminaría sería al personaje de Alfrid.
Alfrid es un humano que aparece a la mitad de The Desolation of Smaug siendo el lamebotas asistente del Amo de LakeTown, algo que Jackson puso ahí como paralelismo de la política en cualquier gobierno, pero incluso ahora con la situación tan depresiva de mi país y encontrando tantas similitudes entre Alfrid y los defensores del actual gobierno, es un personaje que sale sobrando. Si, hay besa traseros en la política de todo el mundo ¿y? ¿Qué demonios aporta este estorbo de personaje a la historia? No es un problema para Bard ni los enanos, es más bien una constante molestia en la segunda película pero en la tercera es esa cosa que desearías borrar ya que su constante «instinto de supervivencia» es patético. Peter Jackson quería mofarse de esos políticos que hacen todo para sobrevivir, pero eligió la historia más inadecuada para hacerlo.
La trilogía de El Hobbit definitivamente no es El Señor de los Anillos pero tampoco es tan mala como muchos la quieren hacer ver. Muy entretenida y una digna precuela a una obra maestra, por más imperfecta que sea.
Un Viaje Inesperado 7.5/10
La Desolación de Smaug 9/10
La Batalla de los Cinco Ejércitos 8/10
I’m Out!!!!