El Hoyo: Un claro ejemplo social

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Estamos viviendo una época en la que la división económica mundial se puede ver con mayor claridad y al mismo tiempo la situación golpea a ricos, pobres, jóvenes y viejos por igual. Más que nunca, estamos siendo testigos de donde están los gobernantes para y por la gente y como fallan aquellos que se dicen «de la gente», por lo que una película con una obvia pero efectiva metáfora social es justo lo que necesitamos.

Ciertamente «El Hoyo» de Galder Gaztelu-Urrutia toma prestado de películas como The Cube o Snowpiercer (que a su vez tampoco descubrieron el hilo negro) pero lo que es de aplaudirse aquí es como el realizador no santifica a ningún estrato social y nos pode en un plano equitativo: Los de arriba son una mierda, los de abajo son una mierda y si suben serían igual de mierda que si los de arriba bajaran.

Goreng es un hombre que voluntariamente se suscribió a un programa en el que sería encarcelado por seis meses con la promesa de obtener un diploma que le daría mejores oportunidades en el mundo. Al entrar a este misterioso lugar, se encuentra con el viejo Trimagasi, quien a manera forzada le explica las simples reglas del lugar. En un momento del día, una plataforma con comida comenzará a recorrer esta prisión y dependiendo el nivel en que te encuentres podrás disfrutar de comida limpia o de las sobras que dejen los de arriba.

Pasan pocos días para que Goreng entienda que si hay más de 200 niveles y él está comiendo sobras, los demás no están alcanzando comida. Goreng es un joven idealista que pregona la moralidad y la ayuda social para que todos comamos por igual mientras que el viejo Trimagasi es una generación más arriba que sabe que aquí solo existe la ley del más fuerte o de aquel que sepa sacar ventaja, porque verás, al Hoyo puedes entrar con un solo artículo y la mayoría escoge algún tipo de arma mientras que Goreng elije el Quijote.

La película toca todas las metáforas conocidas con los ricos burlándose de los de abajo y los de abajo no escuchando los planes para que todos puedan comer algo y funciona por lo mismo que no enaltece a nadie, ni Goreng es mejor ser humano que los demás. El mensaje que maneja esta historia es el justo, la responsabilidad no se encuentra en nuestros padres ni en nosotros de apoyar a los que menos tienen, la responsabilidad que tenemos es educar a las siguientes generaciones a no repetir errores, a demostrarles que «todos pueden comer» si estamos dispuestos a hacer pequeños sacrificios para cambiar al sistema.

No, no es una película de propaganda comunista o izquierdista y tampoco es un arma del conservadurismo para decirnos que nada va a cambiar, se trata más bien de un mensaje humanista que nos revela que nosotros los jóvenes, adultos y ancianos, no vamos a mejorar el mundo con palabras ni berrinches por quedarnos como estamos solo porque ha funcionado, el cambio tiene que darse gradual porque al final del día «El mensaje» es el único legado con valor que podemos dejar.

10-20

I’m Out!!!!!

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