Bob Fosse es uno de los grande coreógrafos que ha tenido Hollywood y Broadway, un hombre sumamente perfeccionista que no solo ponía pasos dentro de una canción sino que buscaba contar una historia y que su semejante talento poco a poco lo llevó a volverse uno de los directores relevantes en su momento pero cuya fama se subió al grado de que opaco todo lo que alguna vez fue, pero que es un gran hombre sin una mujer detrás de él. La musa de Fosse fue sin duda Gwen Verdon una actriz y bailarina que crearía clásicos del teatro como Sweet Charity o Chicago, una mujer poco reconocida parar su amplio trabajo dentro del género musical en el entretenimiento. Fosse/Verdon nos narra la vida de este magnánimo par que dieron la vida a todo lo que se les puso enfrente quienes además tenían una toxica relación de la que ninguno puedo salir.
La serie se puede sentir un poco larga con un capítulo o dos que bien se pudieron mezclar en uno solo pero logra mostrarnos la forma de hacer arte de este dúo y ahí radica lo maravilloso. Este show no escatima en mostrar los errores de la pareja empezando por los pésimos padres que eran al tener a una hija más como un adorno que como un ser al que hay que guiar en el camino correcto; ya que ambos siempre estaban más preocupados por sus carreras; de igual forma se dedica a mostrar el proceso creativo de cada uno como era que en cuestión de segundos las cosas se transformaban en un clásico instantáneo, la codependencia de uno con el otro que hasta cierto punto parece enfermiza pero que te hace valorar a la persona que siempre te apoya pues a pesar de las grandes ideas de Fosse era Verdon quien les daba el último detalle aquella cereza del pastel que las volvía algo tan impresionante como Cabaret.
La musicalización de la serie es algo de otro mundo, con cada episodio nos acompaña un soundtrack totalmente basado en el proyecto que estamos abordando y las melodías sólo suenan en el momento justo de la vida de este par. Pero que sería un show sin sus actores, Sam Rockwell a mostrado más de una vez ser grandioso y como Bob Fosse se transforma por completo en aquel adulto que viene de una vida de abusos y que esos abusos los transforma en arte, un ser tan perfeccionista que a pesar de los miles de premios y reconocimientos nunca estaba satisfecho; una persona que jamás se puede quedar quieta y que requiere hacer todo al mismo tiempo sin poder terminar nada bien. Fosse era una montaña de ideas pero se saturaba más de lo necesario.
Por otro lado tenemos a Michelle Williams perdiéndose en otro personaje al mero grado que lo hiciera en My week with Marilyn, aquí Williams cambia desde su postura hasta su voz para revivir a Gwen Verdon y hacerla la mujer detrás de toda las obras de arte, una sombra que siempre acompaña a su dueño sin importar que sea y que siempre sale en el momento adecuado a dar ese detalle final. La única que de verdad entendía al genio de Fosse pero cuyo talento de igual manera solo salía a su cien cuando este estaba al mando. Una artista negada a envejecer y que fue dejando su pasión más grande por ver como los demás se adueñaban de aquello que había sido inspirado por ella.
Fosse/Verdon es una aventura a la dura vida de estos artistas, al nacimiento de grandes producciones pero también es una lección sobre familia, relaciones y sobre todo de paciencia porque cuando las cosas se aceleran de más puede que todo se venga abajo en el instante menos esperado.