Netflix vuelve a arriesgarse al producir la primera serie basada en un videojuego y su mejor estrategia fue no apoyarse más que de la fama del videojuego mientras se enfocaban en adaptar los libros de The Witcher para atraer a sus fans con algo que trata de ser una versión más mágica y simple de Game of Thrones aunque no siempre cautive tanto como la famosa serie de HBO.
Henry Cavill deja atrás la capa y controversia de Superman para transformarse en el anti-héroe Geralt de Rivia y demostrar que tiene la capacidad de ser un gran actor de acción y fantasía con el carisma suficiente para cargar esta serie y su tremenda producción, a pesar de que Geralt hace hasta lo imposible para no caernos bien.
La serie brinca en el tiempo y demanda atención hasta en los pequeños detalles, lo cual ayuda a no tirarla por la borda cuando la historia se cae por falta de personajes secundarios interesantes y ante ese dilema doy gracias por Yennefer (Anya Chalotra).
La historia de esta hechicera que recibe todo lo que desea a coste de tener un vacío interior es lo que hace gran contrapeso a la historia de Geralt.
The Witcher es una serie buena, pero de esas que no generan demasiada pasión como para hablar de ellas con fanatismo constante. Verás la serie con gusto pero la olvidarás en unos meses hasta que anuncien el estreno de la siguiente temporada y digas «aah cierto, la veré».
I’m Out!!!