Algo ha pasado en esta década, nos tienen muy mal acostumbrados a cierta manera de hacer las cosas que cuando alguien se sale de la caja, muchos se extrañan, otros critican y algunos nos quedamos viendo a ver si en verdad esa persona logra salir de la caja.
Damon Lindelof habrá fallado con Lost pero sus os en The Leftovers le enseñaron que menos es más y ahora nos ha traído una de las mejores series de la década, justo a semanas de que diga adiós. En verdad espero que más creadores vean Watchmen y digan «quiero hacer algo tan bueno como eso» porque en solo 9 capítulos Lindelof rompió las reglas, creó un mundo moderno basado en otro que se detuvo en 1985, hizo una historia crítica de la política y la sociedad sin volverla pregonera, avanzó a los personajes antiguos y creo una digna secuela del único cómic considerado como uno de los mejores 100 libros del siglo XX.
No necesitó 10 temporadas de 24 capítulos cada una, ni hizo falta rellenar para soportar a la historia principal, todo tiene un porqué, todo se fue revelando satisfactoriamente, ningún personaje traicionó sus orígenes y nos deja con ese sabor de boca donde tal vez queremos más pero estamos absolutamente satisfechos si no hay más.
Tras ver como Adrian graba su mensaje para el presidente Redford, seguimos a una joven mujer de limpieza que entra al despacho de Ozymandias para inseminarse con el semen que el hombre más inteligente del planeta guarda en una bóveda refrigerada. Con esto descubrimos que Lady Trieu es la hija de Adrian Veidt y aunque fue Manhattan quien lo transportó a Júpiter, el mensaje que lo vimos escribir con los cadáveres de sus súbditos era para Lady Trieu.
Lo que Lindelof plantea aquí es un dúo de dioses vs una hija mortal amargada. Mientras que Manhattan es un dios literal, no puede ocultar ser uno imperfecto pues a pesar de querer mantener la apariencia de perder emociones, Manhattan vive recolectando las más puras emociones humanas, es por eso que aborrece al ser humano de la Tierra por ser tan malvado pero le aburre su propia creación en la luna de Júpiter.
Por su parte, Adrian quiere ser un dio amado y plagado de fieles agradecidos, ha salvado a la humanidad de su propia destrucción, pero para mantener su paz debe ser proveedor de horrores repetitivos y nadie sabe lo que hizo, pero al ser enviado a la utopía de Manhattan, se aburre inmediatamente porque no hay NADA que rete su intelecto, incluso crea la fantasía del Game Warden para no aburrirse, otra de sus obras de teatro. Ozymandias y Manhattan aprenden la más fuerte lección: ser dios es aburrido, es mejor dejarlos solos para que ellos mismos creen su vida. ¿quién de ellos va a regresar a Utopía? Ninguno, esos humanos están solos igual que nosotros esperando el regreso de cualquier deidad en la que crean.
Por otro lado tenemos a Lady Trieu, una humana creada a imagen y semejanza de Ozymandias pero ignorada y humillada por el mismo para crear su propia fortuna desde cero y con la hubris de querer ser dio porque cree que va a ser mejor que los anteriores. Fue muy chistoso ver como Lindelof agregó ese detalle de Jesucristo cuando el primer minisquid que le cae a Lady Trieu le deja un hueco en la mano.
Lindelof critíca al humano que se cree superior a los demás y capaz de volverse un dios, también hace una burla a los supremacistas blancos que creen que ahora porque las «minorías» demandan igualdad «es muy difícil ser blanco porque nos obligan a pedir perdón», mejor golpe al ego de esas personas no pudo existir y por eso sus planes son solo un paso para conseguir tranquilidad.
Manhattan sabía en que momento moriría por lo que manipuló todo en la línea temporal para darle un poco de paz al mundo, sacrificándose por nosotros esta vez en lugar de huir. Todo parece estar en total balance, ahora nos falta mantenerlo así.
Desde que Angela entendió el mensaje de Manhattan sobre el huevo, supe que Lindeloff nos iba a dar un final tipo The Sopranos donde queda en nosotros adivinar si Angela es ahora una diosa como Manhattan o no, insisto, podrían o no darnos una segunda temporada y no habría problema.
Series como esta son escasas pero que agradable fue vivirla semana tras semana. Me atrevo a decir que si en algún momento el viejo Alan Moore se baja de su pedestal y le da una oportunidad a la serie, podría agradarle, tal vez no calificarla como buena o «digna secuela» pero por lo menos terminarla, apagar el televisor y decir «al menos alguien usó el cerebro completo».
I’m Out!!!