Riverdale ha sido un caso bastante extraño y como se los hemos dicho varias ocasiones la maldición de la tercera temporada deja libre a muy pocos, por lo que no me sorprende que el público haya disminuido y que los escritores trataran de hacer miles de cambios para volver a lo que hizo grande a la primera entrega. Si bien hay mejora en cuanto a la parte oscura existe un desequilibrio en lo que es la base del show con pequeños momentos que sobresalen en algunos capítulos; demostrando nuevamente que alargarla fue sin duda el peor error ya que el relleno es demasiado para lo que quieren contar.
En esta ocasión tenemos un sin fin de historias entrelazadas que finalmente culminan en un “ya no supimos como arreglarlo”, la historia central es aquella que rodea al juego Griffins and Gargoyles el cual está dejando varios muertos alrededor del pueblo debido a los extremos desafíos que se encuentran dentro de él, pero todo parece orquestado por alguien con un plan superior, todo va bien aunque lo estiran lo más que pueden; apoyar al show en el hecho de que no solo los jóvenes son importantes si no que los adultos también tiene mucha historia que contar es de lo mejor de esta temporada, fuera de eso todo es sobre pequeños conflictos que solo duran un par de episodios dejando que el cierre sea desastroso. La segunda historia es la que debió ser la parte principal pues la idea de un culto dentro de Riverdale es magnífica; más cuando tienes a alguien como Chad Michael Murray como tu líder de culto, el cual es sumamente convincente a pesar de sus negras intenciones. El poder explorar más sobre el poder de convencimiento de este villano hubiera sido lo que salvaría esta temporada, pero deciden dejarlo para el final y todo ocurre tan rápido que no logramos sentir un peligro por la gente inmiscuida.
El problema general de esta serie no es solo el aumento de episodios sino que olvidaron la base que hizo funcionar la primera temporada, la historia no se trata de Archie, sino en que el pelirrojo funciona mejor como el guía dentro de todo lo que le ocurre dentro del pueblo; por dos temporadas han querido que el joven Adrews tenga su propia stroyline pero esta tan mal escrita que resulta sumamente aburrida, haciendo a Archie el personaje menos relevante. Aquí lo vemos persiguiendo el pasado, pasando por cambios de actitud que duran uno o dos capítulos para finalmente querer ser un boxeador en una historia que comienza bien y se pierde por completo al final. Hiriam Lodge es otro boleto, es bastante obvio que como villano no está dándole lucha a un grupo de adolescentes por dos temporadas lo hemos visto tratar de ganar y salirse con la suya con las manos limpias todo esto apoyado de que es un personaje con cero desarrollo que no encaja en el resto de este universo.
Las historias amorosas son algo que mejora aquí explorando que no todos estamos ligados para siempre a una persona, toman esta parte para darle empujón a varios personajes en ciertos episodios de relleno que solo sirven para que recuerdes que también tienen una vida dentro del show. En la tercera temporada Riverdale trata de contar demasiadas cosas al mismo tiempo y se siente como un pequeño desastre en donde el balance jamás se alcanza. Tenemos la aparición de la madre de Jughead quien al final resulta ser un villano secundario que no da demasiado peso como debería, repito es demasiado sin equilibrio. Riverdale comienza bien pero tras el mitad de temporada se nota una urgencia por regresar a la primera entrega gracias a los cambios tan radicales que hacen tratando de regresan a ese teen show con un toque mucho más adulto, finalmente deben dejar de repetir patrones lo cual parece una constante en las series más exitosas de la cadena The CW.