Nunca he sido de las personas que se ofenden por los clichés que se ven de nosotros en las diferentes películas americanas pero algo curioso me sucedió con The Mule, en esta película todo se trata de ver a los mexicanos como un cáncer que está invadiendo a al continente vecino donde nuestro único papel es ser narcotraficantes. Clint Eastwood es un veterano del cine quien tiene una esencia muy especial para sus películas y en este nuevo proyecto no la pierde, pero si exagera o demuestra lo mucho que no siente apego por los latinos creando una historia donde el 80 % del tiempo tenemos a un protagonista que se la vive insultado de todas las maneras posibles a latinos sin recordar que, gracias a este negocio sucio donde el decidió meterse, es que puede comer todos los días.
Dejando a un lado los insultos; The Mules es un proyecto aburrido y sin mucho chiste; la historia narra como Earl, un veterano de guerra, debe buscar la manera de conseguir más dinero y decide volverse la mula de un grupo de narcotraficantes que requieren de sus servicios por el simple hecho de ser blanco. Dentro de todo esto tenemos a la policía tratando de detener al cartel y sospechar lo mínimo del personaje blanco acompañado de una historia familiar que en lugar de ser el drama se siente como una excusa para justificar el hecho de que el personaje es malo con todo el mundo y si bien crea la sensación de desprecio no hace que te conectes con el resto de la historia.
The Mule es una historia muy vacía que se siente sacada de cualquier narco novela que tengamos hoy en día en Latinoamérica pero hecha por un director cuyo estilo no se adapta por completo dentro del género, ni con la participación de Bradley Cooper o Michael Peña esta cinta logra levantarse desde sus primeros minutos.